jueves, 27 de noviembre de 2008

Si la fe no se encarna en el amor todo se reduce al subjetivismo, advierte el Papa


El Papa Benedicto XVI aseguró que "las consecuencias de una fe que no se encarna en el amor son desastrosas, porque todo se reduce al arbitrio y al subjetivismo más nocivo para nosotros y para los hermanos".

En la audiencia general de hoy, el Santo Padre continuó con la catequesis sobre San Pablo y habló sobre las consecuencias que brotan de ser justificados por la fe y por la acción del Espíritu en la vida cristiana.

Desde el Aula Pablo VI, el Papa afirmó que el Apóstol de las Gentes, en la Carta a los Gálatas, "acentúa claramente la gratuidad de la justificación, subrayando también la relación que existe entre la fe y las obras".

El Pontífice explicó que "a menudo caemos en los mismos malentendidos que caracterizaron a la comunidad de Corinto: aquellos cristianos pensaban que habiendo sido justificados gratuitamente en Cristo por la fe, ‘todo fuese lícito para ellos’. Y pensaban y a menudo parece que lo piensan también los cristianos de hoy, que sea lícito crear divisiones en la Iglesia, Cuerpo de Cristo, celebrar la Eucaristía sin preocuparnos de los hermanos más necesitados, aspirar a los carismas mejores sin darnos cuenta de que somos miembros unos de otros, etc. Las consecuencias de una fe que no se encarna en el amor son desastrosas, porque todo se reduce al arbitrio y al subjetivismo más nocivo para nosotros y para los hermanos".

"Por el contrario -añadió-, debemos ser conscientes de que precisamente porque somos justificados en Cristo, ya no nos pertenecemos, sino que somos templos del Espíritu y estamos llamados por tanto a glorificar a Dios en nuestro cuerpo con toda nuestra existencia. Rebajaríamos el valor inestimable de la justificación si comprados a un caro precio por la sangre de Cristo, no lo glorificáramos con nuestro cuerpo

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